domingo, 27 de noviembre de 2011.
Las personas tenemos la gran virtud de pensar y razonar. Que tremenda virtud, salimos al mundo y nos ponemos a pensar sobre nuestra existencia, a cuestionar sobre la vida. A perdernos por un rato en preguntas existenciales y darle a este mundo desconcertante miles de respuestas al azar y al criterio de unos tantos.
Que montón de estudios y de reflexiones a diario, que lucha por vivir, que lucha interna por saber quienes somos, de donde venimos y a donde vamos.
Llegue sobre las cinco, hora en que en invierno es completamente de noche el ausente sol ya no da ni siquiera luz, la misma cafetería donde había encontrado a una persona que una semana antes había conversado conmigo, bueno, conversar solo tuvimos unas palabras y poco más. Ni siquiera sabemos nuestros nombres, la verdad que para ser domingo día en que comienza mi jornada laboral tampoco ha ido tan mal a pesar de que casi me atropella un coche y que al llegar al lugar la persona que fue el causante de mi asistencia pronunciaba a una de sus compañeras estas palabras, me voy.
Así que volví a quedar sentado con un café con leche el cual no había pedido y solo con todos los clientes.
Domingo, misma cafetería, casi me atropellan, me ponen el café que no había pedido y la persona que hizo que acudiese se marcha. Algo normal en mi nefasta realidad. Mis ojos siempre se cansan antes que todo el resto de mi, no dejo de observar discretamente a mi alrededor y por primera vez puedo ver que no soy el único que esta solo tomando algo, hay un señor cenando solo y dando conversación a una de las camareras, al otro lado una señora con aspecto cansado y pensativo, esta justo frente a mi, puedo adivinar que esta esperando y que no lleva un buen día.
Los domingos son días para maldecir, o para bendecir para otros, no trato de generalizar pero a poca gente le gustan los domingos. Por lo visto a este lugar acude más gente solitaria de la que yo me podía esperar, hay otra señora sin compañía que toma una porción de pizza justo detrás de la señora de rostro cansado.
Ser tímido y abstraído tiene sus ventajas, pero en la gran ciudad te pueden devorar como un inofensivo caballito de mar. Solo queda esconderse y huir, es el mejor ataque ya que defenderse es imposible, si te defiendes estas fuera del juego. Para sobrevivir hay que luchar, luchar significa llevar una vida sin deudas, trabajar por un salario y pagar honradamente tus facturas.
Para que el alma no se rompa o la rompan, solo queda esconder y huir, mejor prevenir.
Al fin me entiende y me trae el café que quiero, el domingo se desvanece como el humo de un cigarro y de igual modo mata mi tiempo de ocio, el reloj no da tregua y marca cada hora con precisión exacta, vuelve a terminar otra semana.
Acaban de llegar dos chicas guapas a este lugar, debe ser que la primavera toma sus vacaciones cerca de aquí. El invierno deja a la hermosura en un solo tono de color, el calor solo dentro y las canciones tristes suenan mucho mejor.
Prefiero vivir en invierno siempre que tenga una buena canción, que nadie pase frío por favor y que haya sol y que, aunque solo de luz y no de calor al menos no sea de noche para siempre. Que pasen gente guapa y que tengan amables sonrisas, como pequeños retoques de primavera, como estrellas fugaces en un cielo oscuro.
La noche eterna debe ser silenciosa, somnolienta, la noche es el apagón aunque mucha vida haya de noche, la oscuridad da como cierta intimidad, descanso y eternidad.
Me termino el café, me voy a casa, suspiro de resignación, observo a la camarera creo que volveré el domingo que viene hay gente guapa por todos sitios, el café es la compañía ideal al sinsabor de estar solo con todo el mundo.
Las personas tenemos la gran virtud de pensar y razonar. Que tremenda virtud, salimos al mundo y nos ponemos a pensar sobre nuestra existencia, a cuestionar sobre la vida. A perdernos por un rato en preguntas existenciales y darle a este mundo desconcertante miles de respuestas al azar y al criterio de unos tantos.
Que montón de estudios y de reflexiones a diario, que lucha por vivir, que lucha interna por saber quienes somos, de donde venimos y a donde vamos.
Llegue sobre las cinco, hora en que en invierno es completamente de noche el ausente sol ya no da ni siquiera luz, la misma cafetería donde había encontrado a una persona que una semana antes había conversado conmigo, bueno, conversar solo tuvimos unas palabras y poco más. Ni siquiera sabemos nuestros nombres, la verdad que para ser domingo día en que comienza mi jornada laboral tampoco ha ido tan mal a pesar de que casi me atropella un coche y que al llegar al lugar la persona que fue el causante de mi asistencia pronunciaba a una de sus compañeras estas palabras, me voy.
Así que volví a quedar sentado con un café con leche el cual no había pedido y solo con todos los clientes.
Domingo, misma cafetería, casi me atropellan, me ponen el café que no había pedido y la persona que hizo que acudiese se marcha. Algo normal en mi nefasta realidad. Mis ojos siempre se cansan antes que todo el resto de mi, no dejo de observar discretamente a mi alrededor y por primera vez puedo ver que no soy el único que esta solo tomando algo, hay un señor cenando solo y dando conversación a una de las camareras, al otro lado una señora con aspecto cansado y pensativo, esta justo frente a mi, puedo adivinar que esta esperando y que no lleva un buen día.
Los domingos son días para maldecir, o para bendecir para otros, no trato de generalizar pero a poca gente le gustan los domingos. Por lo visto a este lugar acude más gente solitaria de la que yo me podía esperar, hay otra señora sin compañía que toma una porción de pizza justo detrás de la señora de rostro cansado.
Ser tímido y abstraído tiene sus ventajas, pero en la gran ciudad te pueden devorar como un inofensivo caballito de mar. Solo queda esconderse y huir, es el mejor ataque ya que defenderse es imposible, si te defiendes estas fuera del juego. Para sobrevivir hay que luchar, luchar significa llevar una vida sin deudas, trabajar por un salario y pagar honradamente tus facturas.
Para que el alma no se rompa o la rompan, solo queda esconder y huir, mejor prevenir.
Al fin me entiende y me trae el café que quiero, el domingo se desvanece como el humo de un cigarro y de igual modo mata mi tiempo de ocio, el reloj no da tregua y marca cada hora con precisión exacta, vuelve a terminar otra semana.
Acaban de llegar dos chicas guapas a este lugar, debe ser que la primavera toma sus vacaciones cerca de aquí. El invierno deja a la hermosura en un solo tono de color, el calor solo dentro y las canciones tristes suenan mucho mejor.
Prefiero vivir en invierno siempre que tenga una buena canción, que nadie pase frío por favor y que haya sol y que, aunque solo de luz y no de calor al menos no sea de noche para siempre. Que pasen gente guapa y que tengan amables sonrisas, como pequeños retoques de primavera, como estrellas fugaces en un cielo oscuro.
La noche eterna debe ser silenciosa, somnolienta, la noche es el apagón aunque mucha vida haya de noche, la oscuridad da como cierta intimidad, descanso y eternidad.
Me termino el café, me voy a casa, suspiro de resignación, observo a la camarera creo que volveré el domingo que viene hay gente guapa por todos sitios, el café es la compañía ideal al sinsabor de estar solo con todo el mundo.