jueves, 21 de enero de 2010

Y sigo sin saber a donde voy...

Al escribir me siento tan bien, protegido inmerso en una frágil calma. Escribir es como recibir un beso de la cordura, una ducha fría en mi mente, un respiro entre aguas embravecidas.
Laberintos de sensaciones llenos de tensión, emoción y alegrías, largas horas en compañía eternos en soledad perdido en mi mismo y en la oscuridad de la luz del día, laberintos que no tienen salida ni bajadas ni subidas.
Ignorando lo que hay al otro lado de cada esquina, pasa el tiempo por encima, paredes llenas de rostros tristezas y alegrías entre unos y otros. Buscando sin saber que quiero encontrar, caminando y dejándome llevar cierro los ojos la música me agarra de la mano me saca del laberinto, aunque se que realmente no lo hace no te miento.
Llevo a veces la dirección que siguen unos aunque la mayoría de veces voy donde el viento, levitando libre entre las copas de los árboles y suavemente susurrar entre las estrellas las letras más bellas.
Disfruto sin salir de un infierno, lloro en la seguridad de un cielo, no soy malo ni tampoco bueno, soy como el agua que alivia y ahoga todo depende de como, donde y porque. Mi sabiduría manchada de ignorancia, limpio con curiosidad ignorantes salpican, manchan al pasar, no me dejo ensuciar, se inteligente ensucia tu propia sabiduría usa la experiencia como detergente al lavar.
Mis pies pisoteados, mis ojos descubiertos a la gente, manchas de ignorancia, como mezclar agua y aceite, egocentrismo, arrogancia, pasan delante de mi y a nadie les hace ni pizca de gracia verlos pasar, pero es así. Ser agua y usar tu potencial, no importa quien seas, demuestra como eres.
Cambia tu peinado, cambia de coche, bebe en jarro, tírate de cabeza al barro, se humilde no trates de llamar la atención, se tu mismo aunque te tachen de raro. En este laberinto no se trata de huir, ni encontrar donde ir ni como llegar, trata de sacar lo mejor que hay en ti para mejorar.
Rafa Apresa.

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