
He dejado todo sobre la mesa de cristal roto que hay en la habitación donde duermen los sueños imposibles, he dejado ese amor platónico del que nada se puede resolver, creo que hay piezas no de menos, al contrario, de más.
Las llaves del coche gris que me lleva lejos pero no lo suficiente como para atrapar una nube donde tumbarme a ver como las estrellas están aun más lejos que los sueños, sueños que acaban durmiendo en una habitación donde vidas llenas de ilusiones, contemplan a través de las rejas de la monotonía los rayos del sol de la libertad cada mañana temprano para seguir en esta cadena de montaje que desmonta a la vez, vidas, sueños y libertad.
También he dejado el billete de ida a la felicidad y he dejado la tristeza en dos botellas de lágrimas, la sal se la he quitado para que al menos puedas regar las plantas que he puesto sobre tu puerta, cuida de ellas como la amistad que hemos tenido hasta ahora, no me marcho, no es una despedida, es solo que no quiero que nos una una simple amistad, te quiero demasiado como para unirme a ti, unirse implica de un modo u otro separarse, yo siempre voy a estar junto a ti, en la distancia y en el olvido de tu memoria, junto a ti.
Después de quedarme sin nada, paupérrimo en mitad de la nada he decidido caminar sin ti pero contigo lejos de aquí y de allí, donde nadie pueda oírnos y que solo puedan sentir que no nos hemos ido.
Para siempre seré el sueño que jamas tuviste, seré el amor que nunca sentiste, la alegría de verte de nuevo, en fin, seré lo contrario de lo que he sido, de todos modos jamas he sabido lo que he sido, ando perdido, pobre pero no me he ido, sera que aun me queda saber donde estoy.
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