
Tengo que alimentarme
pero, demasiado para mi
hoy;
lo mismo pido comida por Internet
que se puede hacer,
la trae un señor en un Ford fiesta del año 1992
que trabaja horas extras
para pagarse un coche mejor
o para pagar el arreglo del techo de su humilde casa.
Pocas veces trae cambio, la bolsa donde trae la comida es blanca y sin publicidad,
en cajas y cajas de tamaños distintos viene la pizza, la burguer, las patatas aceitosas en un papel parafinado gris y una botella de un litro coma cinco de Coca Cola™ en estado explosivo del ajetreo en el Ford fiesta.
La vida urbanizada
es simplemente una maravilla predecible y constante. La comida es un asco, pero tiene tantos colores le añaden cosas artificiales
que le den un sabor atómico que las engulles como si fuese un manjar celestial,
y es un asco nada es real como nuestras vidas, solo el mundo del otro lado del horizonte es real.
Miserables ratas somos del cable y el color artificial. Felicidad ignorante.
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