domingo, 27 de mayo de 2012

La ventana.

No me acostumbro a soñar mientras vivo, me gusta vivir mientras sueño. No me gusta dividir, ni contar el tiempo, me gusta malgastar el tiempo en cosas que no merecen más que la sonrisa de quien comparte mi tiempo y yo el mío con la soledad de los amaneceres nunca dormidos.
No necesito saber que las semanas duran siete días, los meses se van en dos recuerdos y que la comida se ha descompuesto, mientras disfruto de un café en cualquier lugar.
Quiero salir a la luz de las estrellas, partir desde la ventana que ilumina el canto de la libertad, respirar hondo bajo el mar, sentir el frío sobre mis huesos.
No quiero caminos, quiero caminar, dejar de ser la ficha de este puzzle sin acabar, de este enorme jefe sin cabeza ni pies. Me tengo que poner serio, formalizarme y echar a correr para trabajar, no va mal eso, pero no es lo que quiero. No se lo deseo a nadie.
Pagado y pagar por rutina, vivir entre dos esquinas, comer en la cocina, dormir en el salón de las mentiras, soñar que eres libre, salir de esta ventana llamada soledad a los brazos del mundo, mundo libertad.

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